"Yinglebel yinglebel"... que asco de musiquita!, se dijo mientras calmaba su hastío hincando el diente, y las uñas también, porque el pibe lo cogió con ganas. Lo malo de todo esto fué que las heridas quedaron a la vista de todos los que estaban alli. Se asombraron al ver el mundo al revés.
Cuando me tomo una copa de una vez suelo terminar navegando enoles. Y lo gracioso del asunto es que el protagonista estuvo dormido todo el rato.
Contribución desde Hispania del "Mix-Lab"
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